Una escuela que les haga ser felices. Si nacemos para ser felices, no hace falta que nadie nos recuerde lo contrario. Creo en la Escuela en la que trabajan todos y aprenden todos de todos, sin exclusiones, sin segregación.

Niño feliz, por David Delgado
Creo en la Escuela que ayuda a que cada persona encuentre lo mejor que tiene dentro de sí misma; todas las personas tenemos un diamante en bruto que debemos tallar para que brille de forma gloriosa. Para ello se deben respetar las diferencias, los intereses diversos, las capacidades distintas, los ritmos distintos… si todos somos diferentes, la Escuela no puede ser igual para todos. La diversidad enriquece, la uniformidad empobrece. Creo en la Escuela que educa en las emociones. Creo en la Escuela que enseña en el arte, el disfrute, el silencio, el sosiego, el placer…
Creo en una Escuela con profesores inconformistas, luchadores, profesionales, ansiosos de cambiar el mundo, de buscar el infinito y más allá. Es tan importante la Escuela que no puede dejarse en manos de políticos o burócratas; la Educación, principalmente, es una responsabilidad colectiva, en la que alumnos, profesores y familias tenemos que remar en una misma dirección. Creo en el fomento de la creatividad, el respeto a formas de pensar distintas, el salirse de la norma… en ser un cisne negro.
La Escuela no puede estar de espaldas a los avances tecnológicos del S. XXI como las sociedad no está de espaldas a los mismos. Creo en la Escuela abierta al mundo y en el mundo dentro de la Escuela.
Creo firmemente en la Educación como la llave del futuro de nuestros hijos; un futuro que nadie sabe cómo será. Sólo podemos ayudarles a que aprendan a navegar en aguas turbulentas, sin rumbos fijo pero con el timón firme y seguro, adaptándose a las corrientes, a las tormentas.
Creo que se aprende en cualquier lugar, en cualquier momento, con cualquier persona… creo en la Escuela que se enriquece de esos aprendizajes, los complementa pero no tiene el monopilo del saber. Creo que se aprende haciendo y experimentando por encima de todo. La Escuela evalúa los errores de sus alumnos pero debería valorar sus progresos. No creo en los exámenes, ni en los libros de texto, ni en el control férreo de los profesores con las calificaciones.
Creo que los profesores aprendemos evaluando nuestras prácticas. No creo en los burócratas que fiscalicen nuestra práctica sin aportar nada más que control. Creo que la administración educativa debe estar supeditada a las necesidades de los centros, volcando su esfuerzo en apoyarlos.
Creo que es tiempo de una nueva Escuela. Creo que es tiempo de cambio. La vieja Escuela ya no nos sirve.
Viva Murcia y las murcianas guapas y salerosas. Eso vaya por delante. Enhorabiena por la Vida sencilla. La mejor cura para las arrugas es ser ciega.