The Ecologist asegura que el colapso de la unidad familiar forma parte de un “paquete” que incluye la destrucción medioambiental y social en sus múltiples facetas. “La atomización social y la desintegración familiar tienen un reguero de consecuencias negativas en todos los ámbitos: más gasto energético, más problemas mentales en la población, más adolescentes con problemas de socialización, más consumo de estupefacientes, mayor poder de empresas y estados…”.
En su editorial, la revista reconoce que un monográfico dedicado a la familia causará “extrañeza” entre los ecologistas clásicos: “no nos importa. Para nosotros, como para la mayoría de los ecólogos que han profundizado en un concepto esencial de la ecología, el respeto por el mundo natural va mucho más allá de proteger los bosques primarios, las ballenas del Ártico y/o el lince ibérico. ¿Cómo reintegrarnos a ese mundo natural si seguimos destruyendo la familia, que es el núcleo ecológico por excelencia de la especie humana? Ya sólo nos quedan, al menos en Occidente, familias cada vez más atomizadas y desestructuradas… La familia nos conecta con el pasado y nos recuerda que, sin presente, no hay futuro. Sin familias, sólo queda soledad, negocios y tristeza”.
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