Impresora 39

jueves 28/04/2011, por (32 artículos)

El beneficio, que no la riqueza, se genera en las finanzas. Observemos lo que ocurre cuando compramos una impresora.

Cambié, hace poco, de impresora. Me funcionaba bien la anterior pero, verán, la nueva hace copias en color, escanea y sirve, también, como fotocopiadora ¡Y sólo cuesta 39 euros! Claro que, con tantas y tan tentadoras prestaciones, se acabaron pronto los cartuchos de tinta que me regalaron de fábrica y, fiel a las instrucciones del manual, los sustituí por los de la marca recomendada por el fabricante. Resultó que los dos minúsculos cartuchos costaban 40€, algo más que la impresora.

Una impresora que sangra en CMYK

Impresora sangrante, por Mark Gilmour

Creía, hasta ese momento, que el precio de los productos responde a factores objetivos: patente, tecnología, materias primas, transporte y márgenes comerciales. Mi fe se derrumbó de golpe ante unos precios que constituyen, creo, todo un símbolo del modelo económico que tenemos. Sabía, claro, –lo explicamos en clase de Sociales de la ESO– de la desvalorización de la producción y el trabajo agrícola ante la invención y extensión de las técnicas industriales, y de la posterior sustitución de su primacía por el auge de la sociedad de servicios. Pero, ¡esto …!

Lástima que ya me haya jubilado. Porque comparar la proporción, la igualdad, entre el precio de una máquina sofisticada, como la impresora, y el de la tinta necesaria para su funcionamiento, con la que existía hace cincuenta años entre la pluma estilográfica –una herramienta, a fin de cuentas– y el frasco de tinta para cargar de por vida su depósito, se me antoja un ejemplo elocuente (pienso en los alumnos de la ESO) para valorar hasta dónde ha caído el valor del trabajo –intelectual y manual– y el disparate que hemos entronizado en su lugar.

Y todo casa. El beneficio, que no la riqueza, se genera ahora en las finanzas. Se trafica con papel, o mejor dicho, con humo. Lo malo, en este vertiginoso tránsito desde la producción –y el beneficio– ligada a la creación de bienes (materias primas, manufacturas, servicios) al Monopoly al que nos conducen los mercados (la pura especulación sobre activos, o futuros virtuales), es que todavía se juegan en el casino global los inmuebles, o los fondos de pensiones, en que habíamos depositado los ahorros de muchos años de trabajo.

No nos extrañe, por eso, la noticia que recogían las páginas de economía de los diarios del domingo 24 de abril. Los ejecutivos de las grandes empresas norteamericanas ganaron en 2010 un 23% más que en el año anterior. De manera que llegan a cobrar 343 veces más que el trabajador medio de las mismas, cuyo salario anual era ese año de 33.000 dólares. Sí, entre ellos están los que originaron la crisis que tuvieron que restañar los Estados y que todavía pagamos entre todos. Son, precisamente, los que reparten las fichas en el casino. ¿Hasta cuándo?


3 comentarios a “Impresora 39”

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  1. Eva dice:

    Muy buen post.

  2. Samuel dice:

    En realidad el precio del cartucho de tinta de la impresora es exactamente el máximo que están dispuestos a pagar la mayoría de poseedores de la mía. Resulta que también poseo una de esas modernas impresoras, que conservo porque también sirve de escáner, porque eso de imprimir en casa es un lujo teniendo en cuenta que cuando voy a comprar tinta el hombre de la tienda me dice que me acompaña en el sentimiento. Me doy cuenta de sus palabras cuando veo que los otros cartuchos que están al lado, que no son de equipos multifunción, si no de impresoras de verdad son más grandes – tienen más cantidad de tinta – y valen un poco más de la mitad.

    Por otra parte veo a diario como la mujer extranjera que limpia la oficina en la que trabajo cobra la mitad que yo, mis compañeros de equipo un 50% más y los ejecutivos que se pasean por la oficina una vez al mes del ganan del orden de diez veces más, aunque lo que se dice producir no parece que produzcan mucho por su cuenta. Es decir, todo debe estar en su contexto. Para que yo esté contento y resuelva las averías a los usuarios rápidamente necesito estar a gusto en mi entorno. Eso se consigue con una persona de la limpieza que mantenga la oficina impoluta y ordenada y un ejecutivo que negocie unos emolumentos apropiados para mi y para mi equipo. Ese ejecutivo negocia mejor con el cliente en una sala de reuniones que esté impecablemente limpia y esa sala de reuniones la limpia una persona que cobra un sueldo ridículo haciendo un trabajo que sólo se aprecia cuando no está bien hecho y que a nadie parece importarle pero que es clave para el conjunto de los trabajadores que ejercemos allí nuestra actividad laboral.

    Perdón por extenderme tanto. Cuando usted era mi profesor y me preguntaba la lección para comprobar si me la sabía yo no me enrollaba tanto.

  3. Patricio de Blas dice:

    Gracias, Samuel, por la aclaración y el ejemplo, que completan y refuerzan, creo, la tesis que sustentaba.
    En esta asignatura de la vida aprendemos algo, entre todos, cada día.

+ 3
Patricio de Blas

Profesor jubilado

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