Los ojos no cabe duda de que son el principal emisor de ese reflejo de nuestro yo. Allí podemos apreciar una sonrisa burlona: se está riendo de lo que decimos –quizá sólo pensamos- pero las buenas maneras no me permiten llamarle al orden. Un brillo mortecino o mirada sin centrar: no nos está escuchando. Pero también, sensación íntima, de ninguna manera verbalizable (en aras de la misma corrección anterior), creemos que el que nos mira, por lo escurrido de su mirada, es un tramposo, mentiroso, cínico, poco de fiar, o vete a saber qué cosa mala. Hacemos un juicio, atrevido, a lo mejor injusto, de lo que esa persona es.

Absolute power (Poder absoluto), por dr_vaibhavahuja
Los ojos, su actividad contemplada desde fuera, son una ventana abierta para el observador, incluso a veces una fuente de placer. Pero en una cara hay muchas sorpresas, quizá tantas como en Las mil y una noches. ¿Hay algo en principio menos expresivo que una ceja? Prueben a dibujarla en un papel. Es bien sencillo, unos cuantos pequeños palotes formando un arco, y ya está. Sin embargo, con cuánta seguridad deducimos que ese movimiento de cejas significa que se duda de lo que decimos, o no se acaba de entender, o nos anuncia que su portador se está mosqueando o enfadando. La comisura de los labios, los propios labios, las arrugas de la frente,… tenemos un caudal de información de cómo puede ser la persona, o de lo que esté sintiendo o pensando en el momento. Sin olvidar la cara de póker, de la que no extraeremos ninguna información ni gusto.
Sin embargo, hay algo en el refrán que no me acaba de convencer, y es la partícula “el”. El espejo del alma. ¿Sólo en la cara nos reflejamos? No hablo de nuestras acciones –convertiría esto en un sermón–, no. ¿Y el resto del cuerpo? Las manos, cómo nos sentamos, la tirantez del torso. ¿Y todo lo posterior, espalda y demás? Pues también proporciona muchos datos. Si no adivinan algunas cosas mirando la foto de más arriba, acudan al oculista sin falta. Por supuesto pueden cambiar la imagen por otra de un Beckham cualquiera –eso sí, de espaldas– que, supongo, despertará reflexiones parecidas.
Y, para terminar, un par de ejercicios prácticos sobre lo anterior –no sé si lo saben o recuerdan, pero soy profesor y, aunque retirado, la enseñanza imprime carácter vitalicio.

Estatua dedicada a Antonio Machado (Segovia)
Uno. El Ayuntamiento de la ciudad de Segovia, teniendo en cuenta que Antonio Machado pasó allí unos cuantos años, ha dedicado al poeta una estatua que pueden ustedes contemplar en la Plaza Mayor (al lado tienen dónde tomarse una cerveza, cómodamente sentados). Observen si la cara, el cuerpo, la postura que se aprecia en la foto responden a lo que debió parecer y ser el eximio poeta.
Y dos. Escojan un político español. Aquí puede bastar con que se centren en su rostro. Y saquen conclusiones, cuantas más, mejor.
Cómo me hubiera gustado tener a Machado en el insti… ya lo sabíamos por sus escritos, la pinta de buena persona desde luego se refleja en su cuerpo…
No puedo salir de esta página sin antes dedicar un «aplauso» que aunque online, es un aplauso, al artículo y al escritor de este.
Un saludo.