Como hemos dicho tantas veces, el consumo desmedido y la sociedad de propietarios no son sostenibles, ni siquiera a medio plazo. Una alternativa es el consumo colaborativo, también conocido como economía solidaria o economía del acceso, algunos de los términos utilizados para describir este movimiento donde el acceso prima frente a la propiedad.
La web Consumo Colaborativo lo define como “la manera tradicional de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar redefinida a través de la tecnología moderna y las comunidades”.
Los críticos argumentan que el movimiento del consumo colaborativo basado en compartir / dejar / alquilar no es ningún invento nuevo y se trata simplemente de marketing. Las principales voces que defienden el consumo colaborativo no han dejado nunca de reconocer que no se trata de ninguna idea nueva pero que la tecnología actual permite hacer que el servicio sea mucho más eficiente.
Utilizando palabras de Rachael Botsman y Roo Rogers: “Ahora vivimos en un mundo global donde podemos imitar los intercambios que antes tenían lugar cara a cara, pero a una escala y de una manera que nunca habían sido posibles. La eficiencia de Internet, combinada con la capacidad de crear confianza entre extraños ha creado un mercado de intercambios eficientes entre productor y consumidor, prestador y prestatario, y entre vecino y vecino, sin intermediarios”.